La psiquiatría es una especialidad médica que se ocupa del diagnóstico y tratamiento de los trastornos mentales. Está extendida la creencia de que la asistencia psiquiátrica se circunscribe exclusivamente al tratamiento de personas con trastornos mentales graves, como la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos, los trastornos de personalidad, las depresiones graves, el trastorno obsesivo compulsivo, etc. Por ello, es frecuente encontrarse con importantes reticencias a la hora de considerar la posibilidad de recibir atención por un psiquiatra, entendiendo que hacerlo, supone pasar a ser catalogado de “loco”, con el consiguiente estigma social que esto ha supuesto. Afortunadamente, la experiencia clínica nos ha enseñado que las clasificaciones son sencillamente eso, clasificaciones; que no son de ayuda a la hora de entender a los pacientes, aunque puedan orientar en la comunicación entre profesionales o en la elección de los abordajes psicoterapéuticos y farmacológicos.
Los psiquiatras somos médicos, familiarizados en el conocimiento de la enfermedad física y conocedores de las repercusiones psíquicas que éstas puedan tener. Son muchas las enfermedades que pueden manifestarse con síntomas psíquicos. Así como, también es frecuente la aparición de quejas corporales, que no son sino la manifestación física de malestares psíquicos.
De la misma manera, sabemos cómo las circunstancias vitales y sociales pueden medrar la salud mental. Nos referimos a situaciones tales como eventos traumáticos, duelos no resueltos, rupturas afectivas, situaciones laborales presionantes, que pueden generar síntomas psíquicos como la ansiedad, el insomnio, el bloqueo emocional o alexitimia, estados subdepresivos recurrentes, así como una depreciación del autoconcepto, y consecuentemente de la autoestima.