Hoy en día está ampliamente reconocido el poder de la “relación terapéutica” como catalizador del cambio y la mejora psíquica de los pacientes. La relación terapéutica es un encuentro entre dos personas, que participan de un mismo campo, en el que son afectadas.
El terapeuta aporta su experiencia vital y profesional, así como sus conocimientos técnicos para establecer un encuadre limitado y seguro, como lugar de partida para la autoexploración del paciente. Es en la relación terapéutica donde se ponen en marcha los juegos, se actúan las interrupciones, así como se posibilitan las experiencias emocionales reparadoras. Es, por tanto, un campo dinámico, donde el terapeuta afecta y es afectado.
Como terapeutas humanistas, poder volver sobre nuestra experiencia en el encuentro terapéutico, es una de las mayores herramientas de mejora y actualización de los procesos de terapia.
En Ronda hemos enriquecido nuestro quehacer terapéutico a partir de los postulados de las investigaciones de la Teoría del Apego y de la Terapia Focalizada en la Emoción. Creemos que una perspectiva que incluya el modo en el que las primeras relaciones vinculares conforman nuestro modo de estar en el mundo y de relacionarnos con otros, contribuye de forma muy poderosa al avance de los procesos de ayuda terapéutica y en el crecimiento de las personas.
En Ronda ofrecemos un espacio para la Supervisión del trabajo de los psicoterapeutas. Los objetivos de este espacio son varios:
1. Tener un espacio de apoyo, sostén y acompañamiento para los que apoyan, sostienen y acompañan, sea cual sea su profesión de ayuda: psicólogos, terapeutas, trabajadores sociales, maestros, etc.
2. Tener un espacio para reflexionar sobre el modo en que somos afectados en cada experiencia de encuentro, y cómo esto conforma el proceso terapéutico que acompañamos.
3. Desde una perspectiva más técnica, revisar aspectos relacionados con el encuadre, la evaluación, los aspectos vinculares de la relación terapéutica, los esquemas emocionales subyacentes que conforman las dificultades relacionales de las personas que atendemos, la necesidad, o no, de establecer un diagnóstico, el planteamiento de los objetivos terapéuticos, etc.
4. Definir nuestro estilo personal como psicoterapeutas, reconociendo nuestras limitaciones y fortalezas, y tomando poder sobre nuestro trabajo
Desde esta perspectiva, entendemos la Supervisión de casos como el mejor modo de mirar y mirarnos, para ponernos a punto, en nuestro trabajo cotidiano, desde un espacio de apoyo y enriquecimiento personal y profesional.
Desde Ronda proponemos abrir un espacio de periodicidad mensual, donde desde la revisión de casos clínicos, podamos cumplir los objetivos propuestos al servicio de dar la mejor atención a las personas.